viernes, 8 de marzo de 2019

El árbol de la ciencia, de Pío Baroja


2 comentarios:

  1. La historia de Andrés, estudiante de medicina, médico sin vocación y pesimista nato es contada con el estilo, desde mi punto, bastante sombrío, del autor.
    Las andanzas de Andrés me han enganchado, las diatribas filosóficas con su tío a veces me han resultado tan densas que, reconozco, que me he perdido.
    No me acaba de agradar la misoginia tan evidente de la que hace gala el autor, ni la desesperanza que transmite su obra, por otro lado semibiográfica.
    No es un libro que yo recomendaría.

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  2. Releído en el agosto asturiano de 2018, después de más de treinta años de hacerlo por primera vez. Este autor, uno de los grandes de la generación del 98, describe la vida en una España triste, vista a través de los ojos del protagonista, a finales del XIX. El Baroja más terrible, burlón, trágico, misógino es quien nos cuenta esta auténtica tragedia, que pensándolo bien ni uno de los grandes trágicos griegos lo hubiera mejorado. Historia de un pesimismo, pero eso si, a través de unos personajes enormes, que recuerdan a algunos tipos de otras de sus obras, sobre todo de La Lucha por la vida, con La Busca. La naturaleza, la filosofía de la Ciencia y lo explica en las conversaciones del protagonista con su tío, se encargan de que los personajes tengan que estar encuadrados en su clase social. Dura la aseveración, porque si te sales de ahí, ese mismo discurrir de la vida se encargará de decirte: por aquí no, no tienes derecho a mejorar en tu vida. Nada que ver este Baroja, con el de Shanti Andía, Los pilotos de altura, Zalacaín el aventuraro o la Leyenda de Juan de Alzate. Brutal Baroja. Recordar, por último, que leímos este libro por petición de Lourdes Palacios, quien comentó esa posibilidad, la de leer un clásico y eso no se le puede negar a Baroja.

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